México en los ojos de Elena Poniatowska

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«El que quiere trabajar, como se dice en México, ‘la hace’. Llega y triunfa, y triunfa en grande y en todos los campos». Elena Poniatowska asegura estar maravillada con la fuerza de los trabajadores migrantes, «con el valor que se necesita para venir sin conocer el idioma». Pero igual lo ha estado con los estudiantes, con los ferrocarrileros, con las costureras, con los activistas…

Eso es porque Poniatowska tiene los ojos y el corazón abiertos. La escritora, quien nació en Francia y llegó a México con su familia durante la Segunda Guerra Mundial, inició ahí su carrera como periodista; y con esos ojos abiertos, y con ese corazón, se dedicó a contar las historias que veía: la matanza estudiantil del 2 de octubre en Tlatelolco; la lucha de los trabajadores que perdieron sus hogares durante el sismo de 1985, y más recientemente, el «plantón» de la resistencia civil pacífica durante el conflicto postelectoral de 2006.

«Yo jamás he estado con el vencedor, así que no hay que seguirme», dice un poco en broma y un poco en serio, durante una visita a Los Ángeles para recibir un doctorado honoris causa por parte de la Universidad del Sur de California (USC) y para dictar una conferencia en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) . «En cualquier circunstancia de mi vida yo siempre estoy con los que pierden, nunca estoy con los que ganan».

Tal vez es por eso que, a pesar de su cuna noble —es descendiente directa del rey Estanislao II de Polonia— Poniatowska siempre se ha acercado al México que no tiene voz y ha señalado las deficiencias de un gobierno que, dice, no está a la altura de su pueblo.

«Yo creo que el pueblo de México no tiene el gobierno que se merece; se merecería un gobierno a su altura. Y no es demagogia. Porque la gente ha demostrado de lo que es capaz cuando sale a la calle, cuando habla (…) es gente inteligente, que sabe lo que quiere y lo pide con valentía. Claro que al lado de eso puede haber muchos crápulas, mucha gente sucia y mucha gente que no sabe ni lo que es el amor al país».

Una muestra de las deficiencias de este sistema, asegura, es lo que se ha visto recientemente en los encabezados de los noticieros. La epidemia de influenza, por ejemplo, que para ella volvió a poner en evidencia las enormes disparidades entre ricos y pobres.

«Es un México en el que [el expresidente] Miguel de la Madrid hace declaraciones sobre la corrupción de la familia [del ex presidente Carlos] Salinas; como si no estuviéramos suficientemente amolados. Creo que todo eso nos da una imagen de nosotros mismos que es desoladora, que nos duele muchísimo; pero como siempre, yo creo que no hay pueblo más valiente que el mexicano. Mire lo que hace aquí en Los Ángeles, estoy apabullada con la fuerza de los mexicanos aquí».

De cara a las elecciones intermedias en julio de este año, la escritora no se muestra optimista sobre lo que pueda ocurrir en la política mexicana. Aunque se dice a sí misma integrante de la resistencia encabezada por el ex candidato Andrés Manuel López Obrador, considera que las divisiones y las luchas por el poder al interior del PRD, las deficiencias en el gobierno panista, la clase política en general, no ofrecen la posibilidad real de cambio para México.

 «Yo tengo mucha fe en la gente de la calle», comenta. «La gente con pocos recursos, que se quiere forjar una vida mejor, es la que cuenta con toda mi admiración. No la clase en el poder político; yo siento que la gente en México que es rica, es egoísta; incluso cierra sus calles para que no entren más que ellos (…) Pero cada vez hay más intervención de la gente de la calle, que no tiene miedo de manifestarse, que no tiene miedo de decir lo que piensa. Creo que eso es bueno».

Y entre esta gente, se encuentran los migrantes. «México vive de sus migrantes. [El ex presidente] Fox fue capaz de decir que le enorgullecía que la primera entrada de recursos después del petróleo en México fueran las remesas de los migrantes, sin decir que los sucesivos gobiernos de México han fallado en darles empleo a los mexicanos, por eso se tienen que ir. Han fallado en darles un país habitable, han fallado en darles un sueldo de respeto y de dignidad, y por eso se van», comenta. «En vez de reconocer eso, va y dice esa cosa que es de vergüenza, cuando los mexicanos que vienen aquí salen adelante y triunfan. La palabra que equivale a migrante es heroísmo».

 

*Publicado en La Opinión. Foto: Eileen Truax.

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